Se considera a Iwao Hakamada como la persona que ha pasado más tiempo en el corredor de la muerte. Él ha pasado los últimos 43 años en una prisión de Japón, bajo amenaza de muerte.
En 1968, Hakamada, un ex boxeador profesional de la prefectura de Shizuoka, fue condenado por el asesinato del Director General de la fábrica de miso en la que él trabajaba, así como a la esposa del hombre y sus dos hijos.
Fue declarado culpable en un juicio injusto, principalmente en base a su confesión después de haber sido interrogado durante 20 días por la policía, y sin un abogado presente. Posteriormente, Hakamada retiró la confesión, alegando que había sido golpeado y amenazado. Uno de los jueces que lo condenaron, Kumamoto Norimichi, declaró públicamente en el 2007 que él creyó en la inocencia deHakamada en 1968, sin embargo su opinión fue minoritaria respecto de sus colegas.
A los pocos meses de ser condenado a muerte, Hakamada comenzó a mostrar visiblemente un comportamiento perturbado. Existen varias preocupaciones acerca de su salud mental, no obstante las autoridades de la prisión han negado a su familia y representantes legales el acceso a sus registros médicos.
En los últimos meses, los visitantes del Centro de Detención, donde Hakamada se encuentra recluido, han descubierto que él está 'confuso, desorientado y desordenado'. Se sabe que Hakamada, a sus 75 años, ha rechazado su medicamento para la hipertensión y que sufre de diabetes.
La familia y partidarios de Hakamada están solicitando una suspensión de su condena a muerte y que éste sea retirado del pasillo de la muerte. También solicitan un nuevo juicio, en tanto las pruebas presentadas en su contra carecían de solidez.
Japón no ha conmutado la pena de muerte desde 1975. Las ejecuciones de ese páís se realizan a través de la horca, la cual es llevada a cabo en secreto. Los condenados a muerte son notificados únicamente en la mañana del mismo día de su ejecución, y las familias suelen ser informadas después que dicha ejecución fue realizada.
Los prisioneros viven en constante temor de sufrir una ejecución inmediata. Soportar estas condiciones durante años, o décadas, ha conllevado a una gran depresión y enfermedades mentales en los condenados.
Fuente: @guardian.co.uk