Rafael Nadal vuelve a las pistas. Lo hace de forma oficial tras varias semanas de intenso entrenamiento en Manacor y después de captar el cariño de la afición de Taiwán. El tenista de Manacor recupera el pulso al circuito ATP esta semana en el Torneo de Tokio, en el que junto a Andy Murray es el gran aliciente dentro del cuadro, que ayer se sorteó y deparó un enfrentamiento asequible para el balear en su puesta en escena. El campeón olímpico se medirá al jugador local Go Soeda, quien llega al torneo nipón con una invitación bajo el brazo y que no debe plantear apenas resistencia al mallorquín, que hasta una hipotética final no se vería las caras con el citado Murray o con su compatriota David Ferrer.
La de Tokio es la segunda de las tres escalas asiáticas de Nadal. Si esta semana defiende los 500 puntos que le otorgan el título de 2010, en Shanghai apenas son los 90 que se conceden por llegar a octavos de final.
Tras esta gira, toca regresar a suelo europeo para afrontar tres retos de altura. El primero llega con mucho terreno que ganar para Nadal. Y es que el número dos no tiene nada que defender en el último Masters 1.000 del año, por lo que sólo puede sumar. Tras ello, la Copa Masters de Londres, con mil puntos cosechados al alcanzar la final el pasado año, son la antesala a una final de la Copa Davis que puede servir de rúbrica a una temporada en la que Rafael Nadal ha vuelto a demostrar que su nombre va ligado a la historia.
Fuente: @ultimahora
La de Tokio es la segunda de las tres escalas asiáticas de Nadal. Si esta semana defiende los 500 puntos que le otorgan el título de 2010, en Shanghai apenas son los 90 que se conceden por llegar a octavos de final.
Tras esta gira, toca regresar a suelo europeo para afrontar tres retos de altura. El primero llega con mucho terreno que ganar para Nadal. Y es que el número dos no tiene nada que defender en el último Masters 1.000 del año, por lo que sólo puede sumar. Tras ello, la Copa Masters de Londres, con mil puntos cosechados al alcanzar la final el pasado año, son la antesala a una final de la Copa Davis que puede servir de rúbrica a una temporada en la que Rafael Nadal ha vuelto a demostrar que su nombre va ligado a la historia.
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