El 26 de diciembre de 2011, el día después de Navidad, muchas boutiques y tiendas de marcas famosas en Londres, capital de Reino Unido, lanzaron ventas promocionales para atraer a los clientes. La principal fuerza de clientes que intentaba hacerse un hueco en medio de la estampida estaba compuesta incuestionablemente por chinos.

En las calles londinenses, los chinos se podían ver por todas partes, llevando grandes bolsas de compra con los logos de las más importantes marcas mundiales. Según el periódico ‘Daily News’ de Londres, los consumidores chinos invirtieron un promedio de 1.310 libras esterlinas (2.029 dólares) en compras durante la Navidad, un aumento del 26 por ciento en compración con 2010. Para brindar una mejor respuesta a las necesidades de los clientes, una gran cantidad de tiendas facilitaron el acceso a los medios de pago de bancos chinos y ofrecieron servicios en chino mandarín.

Es una realidad que la economía china ha experimentado un considerable desarrollo en los últimos años, pero detrás de esto existe otro factor que influye notablemente en el crecimiento de las compras: la apariencia. En la cultura china, el concepto de la apariencia (‘mianzi’) es de suma importancia. Tiene varios significados, tales como autoestima, reputación y estatus social.

Y para los chinos, poseer artículos lujosos es una manera significativa de ganar en apariencia. Ello representa riqueza, lo cual habla muy bien de la capacidad de una persona para hacer dinero. Nosotros podemos llamarlo vanidad, pero es lo que los chinos consideran como importante en la vida. Para los occidentales, el miedo al qué dirán podría ser mayor que el miedo a la muerte. Para los chinos quizás sea el miedo a quedar desprestigiados el que supere al miedo a la muerte.

En China, las relaciones están estrechamente ligadas a la apariencia, por lo que hacer regalos lujosos es otra manera de ganar en apariencia. Los chinos defienden la reciprocidad. Ya sea en los negocios o en las relaciones interpersonales, hacer regalos es una cuestión de etiqueta. Precisamente por ello, en los últimos años no son únicamente los chinos residentes en el extranjero quienes se embarcan en los maratones de compras, sino que también los residentes en China realizan largos viajes para comprar artículos de lujo.

Consideran que el valor los productos está por encima de los precios, incluidos los boletos aéreos, aún cuando la mayoría de quienes regalan o reciben regalos desconocen el verdadero valor de los presentes. La cortesía de la entrega de regalos demanda correspondencias equivalentes, por lo que la persona que recibe el regalo, para guardar las apariencias, lo acepta y da a cambio algo de igual valor. Tal gesto parece haberse convertido en una obligación social, así como en una presión para quienes no están en condiciones de entrar en este juego por mucho tiempo. Muchos llegan a enfrentar un excesivo desgaste económico y mental a causa de regalar y recibir presentes de lujo.

Como parte de una cultura distintiva, el deseo chino de salvar las apariencias es intachable, y comprar presentes costosos es una parte de esto. Pero, a la vez, resulta crucial esclarecer cuándo poner la apariencia en una lista y cuánto debemos pagar por ella.

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