La fascinación de los tailandeses por las armas de fuego, de las que hay 15 por cada 100 habitantes, hace que Tailandia sea uno de los países con un mayor promedio de homicidios cometidos por gente propensa a apretar el gatillo.

Según los datos de las Naciones Unidas, en cerca del 80 por ciento de los homicidios en Tailandia hay de por medio un arma de fuego, un porcentaje que casi va a la par con naciones como Sudáfrica, Colombia, México, Guatemala o Estados Unidos.

En el bazar de las armas situado en el corazón de Bangkok, en los escaparates de las armerías se exhiben diferentes tipos de chalecos antibala, colecciones de pistolas, algunos fusiles semiautomáticos modificados o carabinas con mira telescópica para francotirador.

En Tailandia, país con 63 millones de habitantes, hay repartidas unas 10 millones de armas de fuego para uso de civiles, de las que sólo 3,87 millones están registradas, según indica la organización Gun Policy, dedicada a recoger datos sobre su comercialización legal y la venta ilegal.

Polpatr asegura que la mayoría de los tailandeses compran armas para practicar el tiro deportivo o para defensa personal en áreas rurales sin o con escasa presencia policial, incluidas las situadas en la franja de las fronteras que comparte con Birmania, Camboya y Laos, y en la región musulmana del sur de Tailandia en la que se libra un conflicto armado.

En Tailandia, la legislación solo permite fabricar munición, por lo que las armas de fuego proceden de fuera y en la venta al público las que son legales alcanzan precios relativamente altos debido a que están sujetas a impuestos de hasta el 74 por ciento.

Los precios de estas van desde los 1.100 dólares (unos 860 euros) que se pide por una pistola Taurus de fabricación brasileña, a los cerca de 6.000 dólares (4.300 euros) que el cliente paga por una carabina de francotirador o 12.000 dólares (9.400 euros) si quiere armarse con una pistola Wilson o Ed Brown.




Fuente: @ABC.es




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