En los últimos años, las grandes ciudades chinas como Shanghái han vivido el auge de bares y tiendas de vinos escondidas en los tranquilos barrios de negocios de la metrópoli. Los amantes del vino gravitan hacia estos lugares para oler, degustar y tomar los caldos e incluso llevarse a casa un par de botellas de su favorito importado.

“Muchos clientes vienen a nuestra tienda en busca de vinos producidos por bodegas famosas de la región de Burdeos en Francia, que es sinónimo de buen vino en la mentalidad de los consumidores”, explica Guo Qi, empleado en la tienda ‘Chateau’, entrevistado por ‘Global Times’.

Las tiendas de vino como ‘Chateau’ normalmente cuentan con una amplia selección de vinos elaborados en China e importados de otros países. Cada botella cuenta con su correspondiente distintivo que proporciona la información básica sobre el caldo, con el nombre de la bodega, el año de producción y la descripción de su sabor.

Sin embargo, los términos técnicos de la enología suelen suponer un reto para los consumidores no familiarizados con los adjetivos que los expertos aplican a los diferentes vinos. Para los consumidores chinos, existe la complicación añadida de no conocer los frutos que se producen fuera de China y que suelen adornar el gusto de algunos caldos, como las grosellas negras, explica Perri Pong, empleada en Wine Hub, una tienda de Shanghái.

Debido a la complejidad de la información sobre diferentes uvas, savores y bodegas, los consumidores se sienten a menudo avergonzados y confusos al preguntar. Como resultado, los compradores chinos han adoptado un sencillo criterio a la hora de juzgar la calidad de un vino: cuanto más caro es, mejor será. Sin embargo, no siempre es el caso, según Zhou Li, gerente de una compañía vinícola de la compañía estatal alimentaria Cofco.

“Algunos consumidores comprueban que algunos vinos caros de Burdeos no les saben bien, porque hay diferencias individuales en las preferencias sobre el sabor. Burdeos vende bien en China simplemente porque el nombre es más ampliamente reconocido en China”, explica Zhou en ‘Global Times’.

Demanda abrumadora

El panel de la industria vinícola de Burdeos confirmó el año pasado que la China continental, junto con Hong Kong, era el mayor comprador de vinos de esta región francesa, con un gasto total de 463 millones de dólares, por encima de países compradores europeos como Reino Unido y Alemania, que históricamente compraban más vino que China.

En 2009, China descorchó más de 1.500 millones de botellas de vino con un consumo total que alcanzó 867 millones de litros, según un estudio de International Wine and Spirit Research (IWSR), una organización londinense comisionada por Vinexpo.

Vinexpo afirma en su web que el crecimiento del consumo de vino en el mundo estará liderado por tres países: Estados Unidos, China y Rusia.

“La demanda es enorme, pero en China hay relativamente pocas regiones que cuenten con las condiciones naturales necesarias para cultivar uvas. Lluvias, sol y suelo afectan la calidad de las uvas, y el país carece también de expertos profesionales en enología”, explica Ji Yepeng, director general de Pin Lan, empresa que comercia con vinos en Hangzhou (Zhejiang).

Entre enero y julio de este año, China importó 220 millones de litros de vino, 39,1 por ciento más que el año anterior, según la Administración General de Aduanas. Los vinos importados han supuesto aproximadamente más del 20 por ciento del mercado total en China y son importantes para satisfacer las demandas de los consumidores chinos, que los compran como regalos elegantes para sus socios empresariales por la buena impresión que crean, explica Guo Qi.

El resultado es una situación en la que algunos fabricantes y vendedores tienen más margen de beneficios y los consumidores se preocupan más del precio que de la calidad del vino.

Ji Yepeng desglosa el precio de un vino en China: “Si importamos una botella desde Francia, el precio es de 13,9 dólares. Sumando el 48 por ciento de impuestos sobre vino y otros costes en la aduana, los distribuidores primarios lo consiguen a un precio de unos 25,8 dólares. Según el 20 ó 30 por ciento de beneficios calculados para estos distribuidores iniciales, el precio habrá subido hasta 33 dólares cuando llegue a los distribuidores regionales. Cuando el consumidor lo adquiere en un negocio minorista, el precio es cercano a los 100 dólares”




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