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Se contrae por contacto sexual, de madre a hijos en el nacimiento y por inyecciones o transfusiones. El virus de la hepatitis B, que daña el hígado, no le pone las cosas sencillas al portador, menos en China, donde  un tercio de los pacientes con este mal en el mundo se encuentran. Allí la discriminación empieza con un análisis de sangre.

El que vive con hepatitis B en China es parte del 10 por ciento de la población de dicha nación, ellos son rechazados por colegios, empresas, además de los amigos. Se tiene la creencia que la enfermedad se contagia de manera fácil y por ello se pide análisis de sangre que determinan si alguien es aceptado o no a un empleo.

Como en este país, donde la difusión del virus se exacerbó como consecuencia de las condiciones laborales insalubres, entre otras cosas; ha surgido una forma de negocio: los “sicarios” de los análisis, personas que reciben de 125 a 300 dólares para suplantar al paciente con hepatitis B para las pruebas de salud.
  
“En este momento, su negocio es realmente bueno”, dice Yang Zhanging, director ejecutivo del centro Yirenping de Pekín, que ofrece asistencia jurídica a las víctimas de la discriminación. Él informa que a detección del mal aún sigue extendida en las guarderías del país, donde los niños con el virus pueden ser apartados de las mejores escuelas.

“Afecta a todo (…)Si quieren ir a un hospital por algo, no pueden hablar de ello. Si quieren casarse, no pueden hablar de ello. No se lo pueden contar a sus amigos ni a nadie”, agregó. La clave para frenar esta discriminación es cambiar el sistema legal, pero esto toma tiempo.

Fuente: @larepublica.pe




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